MAESTRO ZEN WÚ DǍO - El Dharma como Camino Medio - Budismo zen Alicante.


¿Por qué el Dharma?

Antes de preguntarnos por qué seguir el Dharma (Dhamma), debemos entender qué es. Una vez comprendido, las razones para estudiarlo y practicarlo serán claras.

El Dharma y los misterios de la vida

Imagina el Dharma como el secreto más profundo de la naturaleza, aquello que debemos descubrir para vivir una vida plena y serena. Alcanzar la cima de este camino significa vivir libre de sufrimiento y preocupaciones, una existencia en perfecta armonía.

¿Por qué "secreto"? Porque para dominar cualquier arte o ciencia, primero debemos comprender sus principios fundamentales. Así como los expertos estudian el funcionamiento del cuerpo humano, nosotros debemos desvelar los secretos de la vida.

La vida misma es parte de la naturaleza, un sistema con sus propias leyes y equilibrios. Entender el Dharma es como comprender el lenguaje de la naturaleza, una lengua universal que nos conecta con todo lo que existe.

Un viaje hacia la paz interior

Al embarcarnos en este viaje, descubrimos que la verdadera paz no se encuentra en el exterior, sino en nuestro interior. Es como encontrar un oasis en medio del desierto, un lugar de calma y serenidad que siempre está a nuestro alcance.

El Camino del Dharma nos invita a explorar la naturaleza de nuestra existencia, a descubrir nuestra verdadera identidad y a vivir en armonía con todo lo que nos rodea. Es un viaje de autodescubrimiento que nos lleva a una vida más plena y significativa.

Observa el flujo de tu vida como un río que fluye silenciosamente. Dentro de ti, en este cuerpo y mente que llamas 'yo', hay corrientes de pensamientos, emociones y deseos. Estas corrientes no son permanentes, simplemente aparecen y desaparecen, como olas que surgen y se disuelven en el agua. Tú, en esencia, no eres esas olas, ni los movimientos superficiales del río, sino el agua misma, el fondo sereno que no cambia.

El deber del ser humano, en el camino del zen, es vivir en armonía con este flujo, sin aferrarse a nada, sin resistir lo que es. La ley de la naturaleza, el Dhamma, nos enseña que todo lo que surge, inevitablemente, pasa. La verdadera sabiduría está en observar esta transitoriedad sin apego, en permitir que la vida sea tal como es.

Cuando actuamos en sincronía con esta verdad, con la ley natural del cambio, encontramos una paz que no depende de las circunstancias externas. Esta paz, que es la calma del agua en su profundidad, no se altera por las olas superficiales del sufrimiento o el placer. Sin embargo, cuando nos resistimos al cambio o intentamos aferrarnos a lo efímero, el sufrimiento – dukkha – aparece, como una corriente que lucha contra sí misma.

En el zen, el deber no es una tarea forzada, sino un acto de fluir con la vida, como una hoja que se desliza suavemente por el río. No hay esfuerzo, solo aceptación plena. Si permites que la vida se despliegue sin resistencia, descubrirás que el bienestar y la tranquilidad son simplemente el reflejo de la naturaleza profunda de tu propio ser, siempre presente, siempre sereno.

Observa con atención: cuando te alineas con esta verdad, el sufrimiento se disuelve como la niebla de la mañana ante el sol. La verdadera sabiduría no es controlar la corriente, sino despertar a la realización de que, en el fondo, tú eres el río mismo, infinito y sereno.