MAESTRO ZEN WÚ DǍO - La mente del principiante - Budismo zen Alicante.


La comprensión profunda: la mente del principiante

En el budismo zen, la naturaleza misma de todo ser se ve en relación con el concepto de "vacuidad" o "shunyata". El zen enseña que todos estos elementos son transitorios e interdependientes. No existe un "yo" fijo o esencial, solo un flujo constante de experiencias que surgen y desaparecen.

Reconocer esta vacuidad no implica nihilismo, sino la posibilidad de soltar la fijación en la identidad, el apego y las expectativas. En este sentido, el Dhamma es una señal para recordar que la naturaleza de todas las cosas es cambio, y en ese cambio reside la libertad de no aferrarse.

Al fluir con el momento presente, dejamos de oponernos a las circunstancias, a los deseos o a las frustraciones. El zen enseña que no hay ninguna "ley" que debamos conocer intelectualmente, sino un silencioso reconocimiento de la armonía inherente de la existencia. La práctica consiste en observar con atención, sin juzgar, y así alinearse con la realidad tal como es, no como queremos que sea.

El zen tiene una paradoja en la acción. Si bien parece que debemos actuar de manera ética y correcta, la enseñanza zen profundiza en la noción de wu wei (no-acción o acción sin esfuerzo). Esta no-acción no significa inacción, sino actuar desde un lugar de no apego, donde las acciones no se contaminan con el ego ni con las expectativas.

Cumplir con nuestro "deber" en la vida, desde la perspectiva zen, es simplemente responder al momento presente con atención plena y compasión. Esto implica dejar de lado los deberes autoimpuestos o las cargas de lo que "debería" ser, y actuar con espontaneidad, con lo que surge en el ahora. No hay un plan a seguir, solo una respuesta continua y creativa a las circunstancias.

El concepto de los frutos en la enseñanza del Dhamma encuentra resonancia en el zen a través de la idea de no aferrarse a los resultados. El zen enseña que las acciones correctas no se realizan por el deseo de obtener algo, sino por la acción en sí misma. Los beneficios o frutos se encuentran en el hecho mismo de actuar sin apego, sin esperar resultados. La paz y la realización surgen no de lo que conseguimos, sino de la profunda libertad que nace al dejar de perseguir o aferrarnos a un resultado. Este es el verdadero bienestar: el dejar ir y estar en paz con lo que sea que llegue.

La introspección en el zen no es una tarea analítica o intelectual. En la meditación zen (zazen), uno se sienta y observa sin tratar de controlar, comprender o analizar. Se trata de experimentar directamente la realidad sin los filtros del pensamiento conceptual.

Este silencio, esta capacidad de estar simplemente en el presente sin nombrar, categorizar o definir, es la verdadera introspección zen. Desde aquí, se accede a una comprensión más profunda de la naturaleza misma de la existencia, no a través del pensamiento discursivo, sino a través de la experiencia directa.

El zen enfatiza la "mente de principiante" (shoshin), una actitud de apertura, curiosidad y humildad frente a la vida. No se trata de alcanzar una "comprensión profunda" en el sentido intelectual, sino de vivir cada momento como algo nuevo, fresco y lleno de posibilidades. La comprensión no es un destino, sino un continuo despertar a la realidad del momento presente.

Al cultivar esta mente de principiante, dejamos de lado las certezas y abrimos espacio para la sorpresa, el asombro y el misterio. Cada situación, cada interacción, es una oportunidad para redescubrir la vida desde un lugar de asombro, sin las limitaciones de nuestras ideas preconcebidas o hábitos mentales.